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Nuestra empresa

¿Quién hay detrás de Divanaity?

¡Soy Sheylla!
Quiero contaros un poquito de mí y del porqué nace Divanaity.

Nacida en 1989, soy una TDH con diagnóstico tardío (35 años tarde), esto me hacía desafiante en la escuela, peleona por lo que creía justo para mis compañeros y... un pelín deslenguada😜.
Siempre me han llamado "culo inquieto", era una buena estudiante, despistada, eso sí, me encantaban las clases de historia y literatura, y es que soy una amante muy loca de los libros, los absorbo al punto de poder desconectar del mundo por horas, de hecho no solo adoro leer, también amo escribir, y tengo un par de novelas en marcha, que algún día, si me envalentono igual me decido a publicar.🫢

He crecido en una familia que me ha querido y cuidado siempre, rodeada de mis hermanas, 15 y 17 años mayores que yo, y de mi madre, que ha dado siempre cada fibra de su ser en ayudarme, cuidarme y protegerme, unas veces más acertada, otras menos, pero con un amor infinito hacia mí que sin duda la hacen la mejor madre que yo podría haber tenido.

Crecer en los 90 era crecer en la explosión de anuncios dónde solo aparecen mujeres "perfectas" y sexualizadas, con revistas del corazón, dónde se alababa a famosas recién paridas por su "estupenda figura" tras el parto y criticaban a la que se atreviese a lucir en la playa celulitis. Dónde estaba al alcance de cualquier niña, revistas con "consejos" de alimentación, dietas "milagro" e infinidad de fotos de chicas retocadas para compararte con ellas y hacerte sentir peor que mal. Aquellas mismas revistas que nos aconsejaban no comer en una primera cita y que si al sentarnos se nos salía un poquito el michelín, estábamos perdidas...

Después llegaron las marcas de ropa Fast Fashion, con tallas ajustadas a un canon de belleza casi imposible, y que llamaban talla grande a la 42. Pero que la propia publicidad de esas revistas nos decía que si no teníamos ropa de esas tiendas no éramos "cool".
Por supuesto, la llegada de Instagram, esa red social dónde las fotos era tu escaparate, tu ventana digital en la que lucirte, pero que por supuesto debía ser ideal tras la llegada de "Influencers de moda" que te hacían sentirte insignificante por no verte reflejada en ninguna de ellas. Anuncios en redes de compañías de bikinis en las que si aparecía una chica de talla 44 la llamaban inclusión, y por supuesto para ti en talla 50 o más no había opciones, por qué para ti solo te quedaba gastar el triple en una tienda que nadie conociese y de negro.

Así ha sido durante tanto, tanto tiempo, que cuando comenzaron a salir mujeres empoderadas con su cuerpo y talla a hablar por todas esas que nos escondíamos tras la pantalla soñando algún día tener cuerpos imposibles, las llamaron apólogas de la obesidad, insultando con "come bollos", "gorda" "foca", etc, y acusando a mujeres (si, ellas eran gordas sin más, pero ellos gordibuenos ¿lo recuerdas?) de que tener una talla grande era debido a no cuidarse, nos convencían de que esos discursos dañinos, ofensivos y crueles los daban por nuestra salud y claro, estábamos echando a perder nuestra vida por no tener una 38.

La ciencia con los años ha ido dándonos la razón, razón que aun a muchos les pesa y siguen tergiversando estudios y discursos médicos a su interés, por supuesto. Pero hoy sabemos que la salud no siempre está relacionada con la talla de nuestra ropa, que tener una talla grande no implica necesariamente tener colesterol, diabetes, ni tiroides. Sabemos que puedes tener una analítica perfecta, sin problemas ni cardiopatías y una talla grande, sin más, por qué esa es tu morfología, y punto.

Pero como en todo, también hay médicos gordofóbicos y tanto es así que sufrimos en consulta tanta discriminación como en la calle, y eso, señoras mías, hay que denunciarlo.

En definitiva, he sido criada en una sociedad consumista, ególatra y superficial.

Ahora soy una mujer casada con un hombre que me respeta, me quiere, apoya y entiende y mamá de 3 preciosos hijos, espero estar haciendo bien mi trabajo, criarles en igualdad, enseñarles la importancia de la salud mental y la empatía hacia el resto de seres con los que cohabitan.
Mis 2 hijos más pequeños son autistas, y para mí es importantísimo trabajar en la aceptación de la neurodivergencia en la sociedad, al igual que en la aceptación de todo tipo de cuerpos, ya qué, para mí, ambas cosas están estrechamente relacionadas.

Mi experiencia profesional ha tenido un poco de todo, desde compañeras horribles hasta las que se vuelven amigas, jefes maravillosos y auténticos tiranos, en masculino y femenino. Y es algo que curte, te enseña y te hace fuerte.
Mi última experiencia es la que me lleva a mi proyecto mimado Divanaity.
Comencé a trabajar para una empresa que vendía moda de una marca internacional. Aquí aprendí que la maldad se esconde a veces en rostros angelicales y disfrazados de amabilidad. Una supervisora mala de corazón, con unas entrañas completamente oscuras... Ella era cruel con sus trabajadoras, criticaba sus cuerpos y dañaba la confianza de todas ellas. Me accidenté por culpa de un problema de seguridad que tenía la empresa, provocando una cojera incurable y fibromialgia postraumática y por supuesto un despido. Mis discapacidades junto con las necesidades especiales de mis hijos me impedían volver a trabajar por cuenta ajena, y comencé a trabajar en Divanaity, un nombre que viene dado por la necesidad de empoderarnos cuáles Diosas.
Ahora Divanaity es mucho más que una tienda de ropa inclusiva, es una lucha contra la gordofobia, un símbolo de empoderamiento corporal, una marca inspiradora de aceptación.

Gracias a todas las personas que me han apoyado desde el minuto 0, mi familia y amigas, amigas que han crecido por el camino, un camino con obstáculos que iré bacheando como siempre.

Divanaity forma parte de EmpreneDones, una red de apoyo creada por y para mujeres emprendedoras de la ciudad de Santa Coloma de Gramenet.